Una nueva disciplina propone mejorar la toma de decisiones estratégica con ayuda de un universo de gigabytes y un ejército de talento más analítico.
La Ciencia de Datos es una disciplina naciente que integra las funciones de un estadístico, un matemático y un programador, capaz de curar y procesar datos en crudo hasta lograr un producto que aporte a la mejora en la toma de decisiones en campos como el económico, el social y la estrategia, táctica y operación de una empresa. En los últimos cinco años ha atraído el interés de gobiernos y empresas que buscan reclutar a estos especialistas.
El estudio Analytics: el uso de Big Data en el mundo real, del IBM Institute for Business Value y la escuela de negocios Saïd de la Universidad de Oxford, entrevistó en 2012 a 1,144 empresas de 95 países: 63% afirmó que al utilizar información y analítica obtenían ventajas competitivas en la atención al cliente, la operación, la gestión financiera y de riesgos, y en la colaboración con los empleados.
El análisis de IBM ejemplifica las ventajas de la aplicación de la Ciencia de Datos con un vehículo Ford Focus eléctrico: a la par que el conductor recibe información sobre la aceleración, frenada, carga de batería y ubicación del auto, los ingenieros de la armadora obtienen datos que permiten estudiar desde los hábitos de conducción de los clientes hasta la presión de los neumáticos, lo que deriva en un conocimiento más completo de los consumidores y de las unidades.
“Es muy importante que la empresa tenga idea de qué quiere resolver, ya sea hacer más eficiente la cadena de producción o encontrar mejores rutas de distribución”, explica Alejandro Maza, fundador y director general de OPI, firma mexicana creada en 2011 que ofrece servicios de Big Data.
La manufactura puede aprovechar el universo de datos en cuestiones de oferta y demanda, políticas internas y hasta de infraestructura, señala.
La necesidad de ser más competitivo no es nueva. “Pero las empresas se han dedicado a almacenar esta información valiosa en los sistemas de cómputo, en lugar de utilizarla a favor de estrategias basadas en más análisis y menos corazonadas”, sostiene De Unánue.