En un estacionamiento de Brooklyn (Nueva York) hay diez contenedores llenos de dispositivos tecnológicos para controlar las condiciones climáticas en que crecen plantas que se distribuyen en bicicleta a negocios de la zona. Se trata de una granja urbana.
Los contenedores son propiedad de Square Roots, una empresa que forma parte de la creciente industria de la agricultura vertical, un sector dominado por emprendedores tecnológicos convencidos de que la producción de alimentos está lista para dar un salto disruptivo. Cultiva en contenedores donde recrea las horas de luz de día de la ciudad, la humedad, los niveles de CO2, y utiliza agua rica en nutrientes que permiten el crecimiento hidropónico de los productos.
Siendo un experto en inteligencia artificial, Tobias Peggs fundó Square Roots con el inversionista Kimball Musk (hermano de Elon Musk) hace dos años. Han firmado un acuerdo con una de las grandes empresas de distribución de Estados Unidos, Gordon Food Service, para poner contenedores destinados al cultivo de plantas en unas 200 bodegas.
El emprendedor cuenta que el acuerdo representa el gigantesco potencial de la agricultura vertical: productos frescos cultivados localmente, de rápida comercialización, que se pueden cosechar durante todo el año, están libres de pesticidas y no se ven afectados por el mal tiempo.
«La agricultura de interior puede responder muchas de las preguntas que hacen los consumidores de hoy sobre la procedencia, la sostenibilidad y la salud de los alimentos que comen», dice Peggs.
Jeffrey Landau, director de desarrollo de negocios de Agritecture Consulting, estima que el valor global del mercado agrícola vertical aumentará a aproximadamente US$6.400 millones para 2023, desde US$403 millones en 2013, con casi la mitad de ese crecimiento en EE.UU.
A pesar de los altos costos del sector y la gama limitada de alimentos, el potencial de crecimiento es enorme.
Recientemente AeroFarms, un productor de lechugas y otras verduras de hoja verde, logró US$100 millones en inversiones, incluyendo fondos de Ingka Group, la empresa matriz de Ikea.
Bowery Farming logró más de US$100 millones en una ronda de financiación de 2018 respaldada por Google Ventures y el jefe de Uber, Dara Khosrowshahi.
Plenty, otro actor importante, recibió fondos del presidente ejecutivo de Softbank, Masayoshi Son, y del exjefe de Google, Eric Schmidt. La compañía tiene la ambición de construir cientos de granjas verticales en China.
En Reino Unido, la empresa de entrega de alimentos y robótica Ocado también está invirtiendo en el sector.
Pero también ha habido fracasos. «Las granjas verticales tienen un gasto de capital muy intensivo», dice Landau.
«Su sistema de iluminación es uno de sus mayores costos de capital». Y a eso hay que agregar la ventilación, aire acondicionado, riego y cosecha.
Peggs eligió un sistema modular basado en contenedores porque dice que es rápidamente escalable según la demanda.
«Podemos poner una granja en una nueva ciudad por menos de US$500.000 y estar operativos en dos meses. Simplemente presionamos el botón de albahaca, menta o estragón, y la caja se configura para generar condiciones climáticas óptimas».
Sin embargo, en Nueva Jersey, Bowery Farming adopta un enfoque diferente.
La compañía tiene granjas industriales. El caluroso exterior de una enorme bodega gris y sin ventanas contrasta con el interior frío donde un aroma de productos agrícolas frescos te golpea de inmediato.
Los productos se cultivan en bandejas apiladas hasta el techo para maximizar la superficie cultivada. Todo, desde la máquina de siembra automática hasta la cosecha, está a cargo del sistema operativo patentado de Bowery, que controla la luz, ajusta los nutrientes del agua y toma imágenes de cada planta para medir su salud.
«El sistema operativo es nuestro sistema nervioso central. Hay millones de datos», dice el fundador Irving Fain.
«La inteligencia artificial está constantemente aprendiendo y prediciendo cómo producir el producto de mejor calidad». Dirigir la granja manualmente sería difícil, dice. El personal hace el trabajo desde pantallas de computadoras y iPads.
El cultivo vertical de alimentos ha existido durante décadas, pero la industria tuvo un empujón con los avances de la iluminación LED, por su menor costo. Si eso se combina con robótica, innovaciones e inteligencia artificial, se crea una industria que, según Fain, es viable y escalable (con potencial de expansión).
«La gran pregunta era, ¿cómo podemos crecer en grandes volúmenes con una alta calidad constante? Pero de repente, la economía cambió», dice.
«Podemos crecer los 365 días del año, una gran diferencia con respecto a miles de años de agricultura. A diferencia de la agricultura al aire libre, nuestro rendimiento está prácticamente garantizado al 100%».
Los agricultores verticales hablan con el entusiasmo que tienen los emprendedores con experiencia en el mundo tecnológico. Con el crecimiento de la población y el cambio climático presionando la producción de alimentos, creen que pueden tener respuestas.
Dicho esto, para Fain, que Bowery alguna vez haya cultivado lechuga o col rizada, «sigue siendo una victoria». Pero sus ambiciones son mayores. Bowery está cultivando rábanos y nabos que espera que salgan al mercado en los próximos años.
Square Roots, por su parte, espera comenzar pronto la producción comercial de remolachas y fresas, y está experimentando con semillas raras y olvidadas hace mucho tiempo.
Pero diferentes productos presentan diferentes desafíos, dice Landau. En lo que respecta a las plantas, no toda la luz se crea igual. Y distintos cultivos, como tomates, fresas y pimientos, tienen diferentes necesidades.
En Estados Unidos, la empresa Oishii cultiva verticalmente la muy apreciada fresa japonesa Omakase durante todo el año.
Y Farm One produce más de 200 productos, incluidas 34 flores comestibles.
Plenty está experimentando con sandías. A medida que los costos tecnológicos caen y la investigación y desarrollo se intensifican, la variedad de cultivos se ampliará.
Entre los empresarios no hay consenso en todo, aunque ciertamente están de acuerdo en esto: la agricultura vertical tiene el potencial de transformar la producción mundial de alimentos tal como la conocemos.