El estudio realizado a más de 9.000 consumidores y líderes empresariales en 14 países encontró que la pandemia de COVID-19 aumentó la ansiedad financiera, la tristeza y el miedo. En este contexto se produjo un cambio en relación a quién y en qué se confía para administrar las finanzas personales.
Para ayudar a navegar la complejidad financiera, los consumidores y los líderes empresariales confían cada vez más en la tecnología que en las personas para que les ayuden. Según el informe, el 67% de los consumidores y líderes empresariales confían en un robot más que en un ser humano para gestionar las finanzas.
A su vez, el 73% de los líderes empresariales confía en un robot más que en ellos mismos para administrar las finanzas; en tanto que el 77% confía en los algoritmos sobre sus propios equipos de finanzas.
Cabe señalar que el 89% de esas personas cree que los sistemas de inteligencia artificial pueden mejorar su trabajo detectando el fraude (34%), creando facturas (25%) y realizando análisis de costo/beneficio (23%).
Para adaptarse a la creciente influencia y función de la tecnología, tanto los profesionales de finanzas corporativas como los asesores de finanzas personales deben adaptarse al cambio y desarrollar nuevas habilidades.
Teniendo en cuenta que hay una tendencia a creer en la inteligencia artificial para la realización de ciertas actividades, hoy los empleadores quieren que los profesionales de las finanzas corporativas se centren en otras actividades como la comunicación con los clientes (40%), la negociación de descuentos (37%) y la aprobación de transacciones (31%).